viernes, 20 de mayo de 2016

18 de mayo de 1843. Resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, hermano del Dr. Manuel Altamirano.

18 de mayo de 1843. El periódico El Siglo Diez y Nueve publica una carta enviada por una persona que se identifica como Un amigo del Lic. Mier y Altamirano, en la cual brinda un ligero resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, hermano del Dr. Manuel Altamirano.

Es posible quee este escrito pudiera haber sido redactado inclusive por el mismo Dr. Manuel Altamirano.

El escrito es el siguiente:.

Sres, editores del Soglo XIX.- Casa de ustedes. Mayo 1° de 1843.- Muy señores míos:

Confiando en la indulgencia de ustedes, no dudo que tengan más grata acogida en su luminoso periódico las siguientes indicaciones o llámense Lecciones de la fortuna, sugeridas solamente por los sinceros sentimientos de la amistad, de la compasión, y permítaseme decirlo, del amor a la justicia. Ellas tienen la conexión más íntima con la genial beneficencia y justificación del supremo magistrado de la república, con la gratitud nacional, con la subsistencia de una honrada familia, cuyo padre, después de haber prestado muchos años importantes servicios a la patria, se halla en el día destituido de recursos: con la suerte de un antiguo patriota, que habiendo merecido en todas las épocas de nuestra independencia como funcionario público, la confianza de las supremas autoridades, y el honor de que lo recomendase del modo más expresivo, como diré luego, el mismo ilustre presidente que rige en la actualidad los destinos de la patria, se vio repentinamente privado de todo auxilio en el último tercio de su vida; vamos pues al propósito.

Las intenciones siempre benéficas del Excelentísimo Señor Presidente que cuenta como Tito, perdido el día en que no ha dispensado una gracia, esa generosa propensión de favorecer a los desvalidos, se manifestó con un rasgo brillante en la orden del día 24 del próximo pasado abril, inserta en el Diario del Gobierno del martes 25, comunicada por el Ministerio de Hacienda al de Justicia, sobre la colocación del benemérito Lic. D. Crecencio Chico Sein. Es verdad que toda comparación es odiosa; pero cuando se trata de indemnizaciones o recompensas políticas, ¿quién no advertirá que el Lic. D. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (este es el individuo a que aluden mis anteriores expresiones), aunque sólo se considerasen la gran diferencia de su edad, respecto de la del Sr. Chico, y por consiguiente su más dilatada carrera en los empleos y servicios públicos, de que haré luego una breve reseña, merece por lo menos igual indemnidad y consideración del Supremo Gobierno?

Conviene advertir antes de hacer un ligero resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Mier y Altamirano, que todos ellos además de ser la mayor parte notorios, están documentados en la relación minuciosa que he tenido a la vista, y que obra en un cuaderno de que repetidamente se ha instruido así el Supremo Gobierno, como la Suprema Corte de Justicia.  

Allí pues consta que el mismo Lic. Mier y Altamirano en su carrera literaria obtuvo las más honoríficas calificaciones y primeros premios así en el Colegio de San Javier de Querétaro, donde cursó filosofía, como en el Tridentino Seminario de esta capital, donde estudió jurisprudencia; que se recibió de abogado el año de 1809, y así antes como después de esta remota época, se consagró constantemente a los estudios serios y a la bella literatura, y en todo esto existen comprobantes en muchos periódicos e impresos.  

Por lo que toca a sus servicios patrióticos, allí también aparece 

que tuvo una parte muy directa y activa en el plan de nuestra gloriosa independencia formado por los primeros héroes, siendo uno de ellos el inmortal y excelentísimo Sr. D. Ignacio Allende, de quien mereció el más alto concepto y la más honrosa confianza: 

que sufrió por tan gloriosa causa y por muchos días una dura prisión en Querétaro, desde el memorable 16 de Septiembre del año de 1810, y desde la hora misma en que se daba el grito de libertad por aquellos ilustres caudillos en el pueblo de Dolores: 

que contribuyó cuanto estuvo a su alcance a que se consumase la independencia proclamada por el héroe de Iguala en el año de 1821: 

que fue electo diputado suplente para las Cortes de España en el año de 1820, y del mismo modo para el Primer Congreso General Mexicano que se declaró después convocante y fue uno de los que compusieron la Junta Instituyente por disposición del mismo héroe de inmortal memoria, el Sr. Iturbide, 

que habiéndole nombrado juez de distrito, del que fue estado y hoy departamento de San Luis Potosí, sirvió ese empleo por espacio de diez años, sin que en tan largo periodo y en medio de las más difíciles circunstancias se le hubiera jamás extrañado procedimiento alguno, antes bien, tanto del Supremo Gobierno como de aquel Supremo Tribunal, recibió honoríficos testimonios de confianza y aprobación en el desempeño de importantes negocios y comisiones: 

que en todo ese decenio fue asesor gratis de la Comandancia General del mismo departamento, despachando innumerables expedientes y consagrando a tan espinosas fatigas aun las pocas horas de su descanso: 

que en el año de 1835 en que transitó el excelentísimo señor actual presidente, por la capital de San Luis Potosí donde eran entonces juez de distrito, y en cuyo tiempo se verificó venciendo grandes obstáculos el remate del arrendamiento de las Salinas del Peñón Blanco, mereció que su excelencia, atendiendo a los enérgicos procedimientos que con el carácter de juez de hacienda, hizo en aquel negocio, lo recomendase del modo más eficaz y honorífico al excelentísimo Sr. Barragán, presidente interino que entonces era de la república, con el objeto de que influyese a fin de que se colocara en el Tribunal Superior de la Guerra que existía en aquel tiempo, o en otro destino adecuado a su profesión, lo que no tuvo efecto por la prematura muerte de ese supremo magistrado: 

que dos veces fue propuesto, y la segunda en primer lugar por la excelentísima Diputación de Querétaro, para gobernador de aquel departamento: 

que dos veces fue también propuesto en terna por el Supremo Tribunal de Justicia, y una de ellas en primer lugar para el Juzgado de Distrito en propiedad de esta capital, y lo fue también para juez propietario del Tribunal de Circuito de Celaya: 

que por haber manifestado paladinamente su constante adhesión al Supremo Gobierno entre las notorias turbulencias acaecidas en el dicho departamento de San Luis Potosí, constreñido a la necesidad y atendiendo a su propia conservación, renunció al empleo de juez de distrito, y sin embargo de la menor dotación y categoría pretendió la plaza de promotor fiscal del Juzgado de Hacienda de esta capital, que obtuvo..., en propiedad, en la que se dedicó con improbo trabajo al despacho del capítulo de negocios que giraban en ese mismo juzgado:

que fue nombrado el año de 1837 ministro de los que debían juzgar a los de la Alta Corte de Justicia y de la Marcial:

que por el empeño con que promovió los derechos del Banco de Avío identificados con los de la hacienda pública, fue invitado el mismo año de 1837 por los señores vocales de la misma junta, con especialidad por su presidente y ministro entonces de justicia, el excelentísimo Sr. Peña y Peña, para que asistiese en calidad de consultor a las sesiones de aquella, lo que verificó constantemente y después como asesor de la misma con aprobación del supremo gobierno:

que obtuvo posteriormente el Juzgado de Distrito hasta su extinción por la que quedó privado repentinamente de una colocación en que estaba cifrada toda su subsistencia y la de su numerosa familia:

que aunque fue nombrado ministro suplente y perpetuo de la Suprema Corte, y magistrado también suplente y perpetuo del Tribunal Superior de Justicia, y aunque ha asistido casi sin interrupción, desde que se dio el decreto de la materia, en ambos tribunales especialmente en el segundo por el método prescrito en el decreto de la materia, y por el que se ha observado en la distribución de sueldos, agregándose a esto las notorias escaseces del erario, no ha llegado todavía el caso de que perciba ni un medio real del sueldo asignado a los suplentes; 

habiendo vacado por renuncia del Sr. Romero una de aquellas magistraturas en propiedad, aspiró a ese destino, y conforme a las disposiciones legales que entonces regían, fue propuesto en terna, así por el Tribunal Superior, como por la Suprema Corte, pasando en consecuencia el expediente respectivo al Supremo Gobierno, donde existe sin haberse procedido a la provisión, a causa sin duda de la nueva planta que se dio a ese tribunal cuyo definitivo arreglo está suspenso todavía, pero no lo está la triste situación del Lic. Mier y Altamirano, quien después de su larga carrera en el estudio y patrióticos servicios, vio desaparecer de un golpe toda su escasa fortuna y cuando debía esperar por premio de sus tareas el descanso de su vejez, y el proporcionar a sus hijos una educación correspondiente a su clase, hace ya muchos días que se halla hundido en la inopia, consecuencia necesaria de la destitución de todo empleo y de todo recurso pecuniario, sin embargo de que se le deben cantidades considerables de los sueldos que había devengado y sobre cuyo pago no ha hecho solicitud ni gestión alguna, atendiendo a las exigencias de la causa pública y escasez de los fondos nacionales.  

Creo muy bien que tal calamidad y la aflictiva situación de un experto letrado y de un honrado ciudadano que ha merecido bien de la patria, no ha llegado a noticia del excelentísimo señor presidente, o no le han permitido fijar ni aun por pocos momentos la atención en este particular objeto; pero estoy seguro de que si llega a la feliz oportunidad de que resuene en sus oídos el clamor de la justicia, y puede también decirse de la patria que sabe agradecer los verdaderos servicios, tendrán estos una indemnización y recompensa digna del grande héroe que se complace en las acciones benéficas y que ha consagrado toda su existencia a las glorias de la nación mexicana y al bienestar de sus individuos, teniendo yo al mismo tiempo el placer de hacer este obsequio a la verdadera amistad, y al mérito que yace abandonado.

Es de ustedes afectísimo servidor que B. SS. MM..

-Un amigo del Lic. Mier y Altamirano.



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